Malos hábitos bucodentales
En algunas ocasiones tanto niños como adultos tienen prácticas que pueden perjudicar su salud bocodental, generando serios problemas a corto y largo plazo.
Es muy habitual encontrar a niños que se chupan el dedo, tienen chupete o siguen tomando el pecho una vez que el proceso de dentición ha finalizado. Acciones cotidianas que están naturalizadas y que no somos conscientes de los riesgos que entrañan para la salud bocal de los pequeños.
También los adultos sufren en ocasiones estos problemas cuando se muerdan las uñas u objetos como bolígrafos y lapiceros. Actos que repetimos de forma refuentes, realizadas en un plano consciente en un principio y que pasan a ser inconscientes y generarse un hábito que es difícil de eliminar.
¿Cómo se inician estas prácticas?
En muchas ocasiones los niños comienzan a chuparse el dedo o necesitan succionar un chupete debido a que sufren estrés, muchas veces generado por el ambiente familiar o problemas que pueda tener en su círculo social. Succionar un objeto puede suponer un alivio momentáneo para los pequeños.
Aunque la realidad es que cuando más pequeña es la persona que adquiere un mal hábito, con mayor frecuencia se produce en el día estos actos y mayor es la duración del mismo. Por eso, cuanto antes se erradiquen estas prácticas, menores serán los daños causados.
Consecuencias de unos malos hábitos
La práctica de los actos citados anteriormente puede generar una alteración en el desarrollo bucal de los niños, si esta empieza a una edad temprana.
Cada vez es más habitual que se produzcan deformaciones en la boca de los niños que les obligue a llevar ortodoncia o someterse a tratamientos odontológicos.
Además de generar de deformidad y desequilibrio de la estructura musculosa y ósea de la mandíbula, puede provocar una alteración entre las fuerzas musculares de la parte externa de la boca como son las mejillas o el labio inferior y la fuerza que genera la lengua en la parte interior.
La succión del chupete, del dedo o de objetos puede generar una alteración en la posición de los dientes y en la mordida. Provocando un desequilibrio en la estructura natural de la boca. También puede generar retraso en la erupción de los dientes.
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